domingo, 8 de diciembre de 2013

La vida es como la rueda de la fortuna

Dentro de mis lecturas atrasadas encontré el siguiente segmento que se me hizo por demás interesante, se los comparto;
 Palabras de un maestro guerrerense al Ejecutivo

Miriam Sánchez Hernández *

¡Ojalá, señor, que pudiésemos revisar todos los actos del Ejecutivo para aprobarlos o reprobarlos! Estoy seguro de que se remediaría mucho y que marcharíamos mejor. En mi humilde opinión, no siempre el Ejecutivo ha hecho buen uso de las facultades con las que se hallaba investido, y bastantes veces ese poder discrecional ha sido en sus manos lo que una espada en las manos de un loco.

Estas son las palabras que un maestro guerrerense dirige al gobierno y, aunque no son recientes, tienen vigencia hoy como hace más de 150 años. Este maestro, de origen indígena, nació en Tixtla, Guerrero, promotor del normalismo y maestro normalista, hizo este discurso sobre la Revisión de los actos del Ejecutivo el 27 de julio de 1861, cuando el titular del mismo era nada menos que Benito Juárez.

 El indígena que se dirige así ante el Congreso es Ignacio Manuel Altamirano.

miércoles, 16 de octubre de 2013

El Calzón Negro

El por qué del calzón negro... Verso Veracruzano... Aquí va una pequeña muestra de la picardía jarocha, dicha sin una sola grosería...  es de admirar el ingenio y que siendo veracruzano no incluya palabras disonantes!
Salió una anciana del baño, Su viejito la miraba Y al punto le preguntaba: “De dónde es el gusto extraño Pues ya llevas varios años Usando ropa interior De oscuro y serio color, Y ya mi vista se aburre, Qué acaso no se te ocurre Que eso te da más calor?   La viejita indiferente Caminando paso a paso Levanta en su mano un vaso Y allí sumerge los dientes. Al viejo mira de frente Para darle explicación. Se acomoda en el colchón Y guarda una breve pausa, Aquí te digo la causa De lo negro del calzón.   Muchos colores usé, Pues la carne firme estaba, El fuego que me quemaba Contigo lo disfruté. Hace tiempo lo apagué Por no hacerlo disoluto, Te fui fiel en lo absoluto Lo que te digo es muy cierto: Cuando el pájaro está muerto, El nido viste de luto.  
Autor: desconocido
Me lo comparte mi amigo el abogado Careaga.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cómo se puede medir la vida

COMO SE MIDE LA VIDA
No se mide según  la persona con quién sales,  ni por el número de personas con quienes has salido.
No se mide por la fama de tu familia, por el dinero que tienes, por la marca de coche que manejas, ni por el lugar donde estudias o trabajas.
No se mide por la belleza o fealdad de tu cuerpo, ni por la marca de ropa que llevas, ni por los zapatos, ni por el tipo que música que te gusta.
La vida, simplemente es…   otra cosa…, que tiene otro valor.
La vida se mide según a quién y cómo amas y  según a quién y cómo dañas.
Se mide según la felicidad o la tristeza  que proporcionas a otros.
Se mide por los compromisos que cumples y las confianzas que traicionas.   Se mide por el sabor de boca que dejas a los demás con tu presencia y con tus comentarios.
Se trata de lo que se dice y lo que se hace y de lo que se quiere decir o hacer, sea dañino o benéfico.
Se trata de los juicios que formulas y a quién o contra quién los formulas.
Se trata de a quién no le haces caso o a quién ignoras intencionalmente.
Se trata de los celos, del miedo, de la ignorancia y de la venganza.
Se trata del amor, el respeto o el odio que llevas dentro de ti, de cómo cultivas y riegas ese amor, de cómo consideras a los demás y de cómo perdonas.
Pero en lo general, se trata de si usas la vida para alimentar el corazón de otros.   Tú y solo tú escoges la manera en que vas a afectar a otros y esas decisiones son de lo que se trata la vida y cómo se mide.
La vida será contigo tan justa como lo eres con los demás.
La vida habla de ti, por aquellos amigos que fielmente supiste conservar.
La vida se mide por aquellos a los que te supiste entregar sin exigencias.   Aquellos que cuando no estás…  lloran tu ausencia.
Por lo tanto, ahora ya lo sabes; La vida se mide con la vida que das a los que te rodean y la calidad de la misma.
Vive pues para los demás, no para ti y la VIDA te dará lo necesario para tu felicidad.
De mi estimado amigo el Licenciado Careaga.

Él tiempo de los maduros

"Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora.
 Me siento como aquel chico que ganó un  paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
 Ya no tengo tiempo para reuniones  interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
 Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
 Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
 No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
 No tolero a maniobreros y ventajeros.
 Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de  sus lugares, talentos y logros.
 Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
 Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.
 Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
 Quiero la esencia, mi alma tiene prisa.
 Sin muchas golosinas en el paquete.
 Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana.
 Que sepa reír, de sus errores.
 Que no se envanezca, con sus triunfos.
 Que no se considere electa, antes de hora.
 Que no huya, de sus responsabilidades.
 Que defienda, la dignidad humana.
 Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
 Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
 Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas.
 Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
 Sí. tengo prisa. por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
 Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan.
 Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
 Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
 Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás."  Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)

Consejos para un hijo

Jackson Brown no es un gran pensador, ni un Nóbel de literatura. Es sólo un hombre común, un padre preocupado por la felicidad de su hijo que quiso escribir estos simples “consejos”

Hijo:   Cásate con la persona correcta. De ésta decisión dependerá el 90% de tu felicidad o tu miseria.
Observa el amanecer por lo menos una vez al año.
Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos.
Ten un buen equipo de música.
Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa.
Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra.
Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa.
Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución.   Maneja autos que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa.
Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.
No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo,Ya lo sabe.   Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza).
Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir.
Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.
Haz lo que creas que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.
Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo. Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas.
Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades.
Recuerda el viejo proverbio: Sin deudas, no hay peligros ni problemas.
No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios.
Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. (El que no vive para servir, no sirve para vivir).
Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno.
Confía en la gente, pero cierra tu auto con llave.
Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también 'el gran riesgo'. Nunca confundas riqueza con éxito.
No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos.   No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices.
Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus estudios.
Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos.
Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.
No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta.
No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene.
Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte nuestra vida encima de él.
No confundas confort con felicidad. Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal.
Escucha el doble de lo que hablas (por eso tenemos dos oídos y una sola boca). Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos. Aprende a distinguir quienes son tus amigos y quienes son tus enemigos. Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento. Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres.
Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles.
La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo.
Me lo envío mi estimado amigo el Licenciado Careaga, me gusto, sé los comparto.

lunes, 2 de septiembre de 2013

El rasero de la eficacia

  Regresaron con la presunción de que ellos sí sabían gobernar. Que todo lo que había pasado en los últimos doce años era producto de la incompetencia de unos ingenuos. No eran capaces de producir orden, no sabían cómo trabajar con el Congreso, ni siquiera se entendían entre sí. Eran los responsables de la explosión de la violencia, del retraso en las reformas, de la “pérdida de autoridad”. Los panistas sabrían ganar elecciones pero no sabían gobernar. Ya no eran los “místicos del voto de antes”: ahora eran inútiles con votos. Los priistas cultivaron así la leyenda de su época: antes de la llegada del PAN, la política era un reloj que funcionaba con exactitud, una pirámide bien asentada donde regía el principio de autoridad.   El candidato del PRI hizo de la eficacia el centro de su oferta política. Sería el presidente que le devolvería empuje al país. Su proyecto no se distinguía con claridad del proyecto panista. La diferencia era el acento en la capacidad. El gobernador del Estado de México ofrecía oficio al servicio de la continuidad. Al enfatizar esa capacidad para lograr lo deseado, Peña Nieto apuntaba la ineptitud de los panistas y afirmaba, a la vez, el valor con el que habría de medirse su gestión. Peha querido a peña no hayvalor con el que habrra lograr lo deseado, Peña Nieto señalaba la ineficaciaña Nieto ha querido que se le evalúe con el medidor de la  eficacia: capacidad para conseguir lo propuesto. Desde luego, el rasero de la eficacia no es el único que debe emplearse para medir la acción política. ¿Eficacia de qué? ¿Eficacia para qué? ¿Eficacia a qué costo? Ser eficaz es conseguir lo que uno quiere, no es necesariamente lograr lo conveniente. Que el gobierno se salga con la suya no es necesariamente una buena cosa. Pero, si bien debemos decir que ese valor no es el único relevante, podríamos aceptarlo para evaluar la acción de un gobierno que se presume eficaz.   El Pacto por México embonó a la perfección con el propósito de construir una “democracia de resultados”. Una coalición extravagante que incorporó a la izquierda y a la derecha en un programa reformista ambicioso y relativamente concreto. El pacto fue una bolsa de oxígeno para tres enfermos: el gobierno necesitaba votos en el Congreso; al PAN le urgía deslindarse de su pasado reciente; al PRD le convenía marcar la diferencia con sus radicales. Funcionó. No solamente facilitó las primeras reformas de la administración, también ayudó a redefinir el perfil de los partidos y trazar con nitidez sus diferencias interiores. Se trató de un pacto de la clase política para reivindicar lo legítimamente común: una política de Estado frente a los poderosos intereses parciales.   No fue poco lo que se logró con ese acuerdo en los primeros meses de gobierno. Parecía, en efecto, que se había encontrado una fórmula para la eficacia: negociaciones entre el gobierno y los dirigentes partidistas que eran ratificadas velozmente por el Congreso. Algo había de cierto en el eslogan: la política movía a México. La mesa del Pacto sustituyó en la práctica al Legislativo como foro de la discusión y el acuerdo. Esa fue la primera avería de la eficacia. Los legisladores empezaron a resentir el maltrato de las cúpulas y a oponer su resistencia al libreto del gobierno y sus aliados. El Pacto hizo crisis primero por la fragilidad de los liderazgos partidistas, por la precaria cohesión interna de las oposiciones, por las vivas animosidades que hormiguean dentro de los partidos.   Pero la eficacia se desmorona a golpes de imprevisión, docilidad y descoordinación del gobierno federal. En pocas semanas se ha diluido la imagen de capacidad política. El gobierno no tiene más discurso que elogiar su despegue y el hallazgo de aquel pacto. La presidencia renuncia al liderazgo, incluso a los instrumentos constitucionales de su poder, como lo es la iniciativa preferente. El gobierno parece haber abdicado a su voluntad: quiere lo que quiere la mesa del Pacto y no se atreve a pensar por fuera de ese espacio. Tal vez no debería sorprender, pero es notable la falta de argumentos del gobierno para defender sus políticas—más aún su indisposición para razonar en público sus propios proyectos. El gobierno cree que una campaña publicitaria y la tonta evocación del general Cárdenas puede vender su reforma energética. Los críticos de la incompetencia reciente han dejado todos los espacios a sus adversarios. Al tiempo que el discurso oficial enfatiza la ambición reformista, el equipo presidencial es profundamente conservador… e incompetente. El aterrizaje de la reforma educativa es una lección de ineptitud y de arrogancia. Nadie que haya vivido en México en los últimos años podría sorprenderse de la reacción magisterial. Nadie… menos el gobierno de Enrique Peña Nieto.   Atado a su única estrategia, renuente a cualquier conflicto, desprovisto de un equipo coherente y enérgico, congénitamente indispuesto a la polémica, el gobierno federal se atasca de nuevo en la esterilidad. El espejismo de la eficacia priista no aguantó un año.  

De Jesús Silva Herzog Marquez

lunes, 3 de junio de 2013

Timothy Garton Ash contra la censura previa


Timothy Garton Ash escribe contra el proyecto de la Ministra del Interior de Gran Bretaña para instaurar la censura previa que evite la difusión del discurso de odio. El odio es una emoción que no puede ser prohibida. Castigar el odio sería tan aberrante como imponer la obligación de amar. 
Para terminar, me gustaría inspirarme en Edmund Burke y decir unas palabras en favor del odio. Intentar convertir en delito una emoción es un empeño tan tonto e inútil como intentar derrotarla en una guerra (la “guerra contra el terrorismo”). Además, como destacó el gran pensador conservador británico, sentir algo de odio es sano. “Nunca sabrán amar cuando deberían amar”, escribió, “quienes no saben sentir odio cuando deberían sentirlo”. Odio la ideología islamista violenta que envenenó la mente de ese joven. Odio el fascismo. Odio todos los tipos de opresión. Odio la estupidez. Odio las ideas chapuceras. Y en nombre de todos esos odios, aconsejo no dejarnos arrastrar por reflejos automáticos ni caer en la reacción superficial, corta de miras, obcecada y contraproducente de decir “hay que hacer algo”, como esos ministros del Interior que, de tanto defender nuestras libertades, acaban por mermarlas.

Del blog de Jesús Silva - Herzog Márquez 

sábado, 1 de junio de 2013

Fox, el gran estafador



Es difícil que otro político mexicano, o incluso de la historia del país, iguale la locuacidad y ocurrencias de un personaje como Vicente Fox Quesada.


Basta recordar alguna de las principales perlas que ha dicho o protagonizado durante su carrera pública para corroborarlo: desde su protesta con boletas electorales que usó como orejas de burro siendo diputado federal en la 54 Legislatura federal en 1988; sus numerosas promesas de campaña incumplidas como crear una comisión nacional para investigar la corrupción en el Estado mexicano, o el compromiso de destinar todos los recursos excedentes del petróleo para el sistema educativo nacional; hasta su ocurrencia de que resolvería el complejo conflicto social de Chiapas en 15 minutos.

Lamentablemente las ocurrencias de Fox no se han quedado únicamente en nuestras fronteras: siendo presidente se ofreció como mediador para resolver el conflicto entre la dos Coreas.

La lista sería interminable, y ahora se agrega una perla más: el anuncio de que el ex mandatario panista está promoviendo la legalizar la mariguana en Estados Unidos, apoyando al ex directivo de Microsoft Jamen Shively, y quien ha anunciado su interés en crear una marca y una red de tiendas para comercializar la cannabis en los estados de la Unión Americana donde su uso ya es legal. El ahora empresario de la mariguana anunció su interés en importar legalmente este producto de México.

Fox participó el jueves en una rueda de prensa en la ciudad de Seattle, donde habló a favor de este proyecto y destacó los beneficios que esto acarrearía para disminuir la violencia y la criminalidad asociada ahora al narcotráfico.

Esta es una ocurrencia más de Fox porque, como todos sabemos, el ahora promotor del uso legal de la mariguana fue presidente de México, y desde esa posición siguió la política de criminalización que ha dictado Estados Unidos desde hace tres décadas.

Pero el problema no son sólo las ocurrencias; si recuento sería hasta jocoso.

El problema es que las ocurrencias desde los puestos de poder y de mando de gobierno se convierten en traición a las ofertas y promesas de campaña.

Y en ese sentido, Fox es uno de los grandes estafadores que ha tenido este país. Conozco a muchas personas que votaron por Vicente Fox en el año 2000 y ahora se arrepienten de su voto; cientos de miles o quizá millones de mexicanos se arrepintieron de dar su voto al entonces candidato panista porque en lugar de instalar la democracia y acabar con las “víboras, tepocatas y alimañas” priistas (como él mismo decía en campaña), terminó aliándose.

Fox estafó ahora a su mismo partido cuando en medio de la campaña presidencial de 2012 ofreció el respaldo al priista Enrique Peña Nieto y dio la espalda a la abanderada blanquiazul Josefina Vázquez Mota.

Y ahora con la ocurrencia de promover la mariguana en Estados Unidos, Fox estafa nuevamente a los mexicanos, pues siendo mandatario de este país no hizo lo que ahora pregona como mera ocurrencia.
Por eso Fox es uno de los grandes estafadores de este país.
De Ruben Martin en el Informador de Guadalajara 

lunes, 22 de abril de 2013

Los Jueces y el diccionario


Tras el escándalo que hace unos años suscitó la publicación de las caricaturas de Mahoma, Ayaan Hirsi Ali, pronunció un discurso en Berlín para defender el derecho a la ofensa. La diputada holandesa que huyó de Somalia rechazando el matrimonio que le imponía su padre, crítica apasionada de la opresión que padecen las mujeres musulmanas, dijo sin rodeos: "vengo a defender mi derecho a ofender". ¿Derecho a ofender? Sí: derecho a decir lo que se piensa aunque ofenda a otros, derecho a expresarse con libertad a pesar de que lo que uno dice lastime a algunos. La sociedad democrática demanda un debate abierto y el debate no es solamente expresión de ideas sino también de intensas emociones de antipatía. Ronald Dworkin, el filósofo del derecho recientemente fallecido, decía algo similar: tenemos el derecho a ridiculizar. En una sociedad abierta nadie, por poderoso o débil que sea tiene el derecho a no ser insultado u ofendido. Solamente una comunidad que permite la libre expresión del insulto como parte del debate libre puede adoptar sus leyes legítimamente. Si exigimos que los intolerantes acepten la decisión de la mayoría, entonces, debemos permitirles que se expresen--no que se impongan, que se expresen. La Suprema Corte de Justicia acaba de resolver que ese derecho no existe. De acuerdo a los jueces que interpretan la constitución, no tenemos derecho a ofender. No podemos emplear palabras que lastiman a otros. La Primera Sala de la Corte sostuvo que la Constitución no reconoce el derecho al insulto o a la injuria gratuita. A su entender, la Constitución no protege a quienes usan el lenguaje para maltratar.
De acuerdo a la Primera Sala de la Corte, las expresiones homófobas promueven y justifican la intolerancia, fomentan el odio y el rechazo a un grupo de personas. Las palabras hostiles transforman la atmósfera del debate público alentando discriminación y aún, violencia. Emplear las palabras "puñal" y "maricón" es una burla inaceptable que coloca a los homosexuales en un plano de inferioridad. Esas palabras rinden culto a un estereotipo denigrante y promueven la intolerancia hacia la homosexualidad, por lo que no merecen protección constitucional. Pronunciar esas palabras es un abuso.
En efecto, como ha señalado el Ministro José Ramón Cossío en su voto disidente, la resolución de la mayoría se dirige a las palabras pronunciadas no al uso de las palabras, ni mucho menos, a sus consecuencias. "Ofender no es discriminar", sostiene con claridad Cossío. Quien pronunció las palabras censuradas en un pleitillo periodístico no pretendió incitar violencia contra la comunidad homosexual, ni hizo ningún juicio sobre esa comunidad. Insultó a una persona, no discriminó a nadie. Los propósitos de los ministros pueden ser loables, pero la ruta que escogieron es equivocada. No distinguieron la ofensa de la discriminación e ignoraron los parámetros de la discusión internacional sobre el tema. En un libro reciente, Jeremy Waldron ha expuesto un argumento razonable (aunque no del todo convincente a mi juicio) para proscribir el discurso de odio, siempre y cuando éste se entienda como una especie de difamación colectiva. Si castigamos la difamación de una persona, ¿por qué no habríamos de castigar la difamación de un grupo religioso, étnico, sexual? Waldron no propone una inquisición verbal, como la que emprende nuestra Corte en esta lamentable resolución. Para defender la dignidad de las personas hay que rechazar el infundio colectivo-no la ofensa.
Los ministros que se han pronunciado por excluir palabras del vocabulario constitucionalmente admisible asumieron el poder de rehacer el lenguaje... en nuestro beneficio. Con gruesa tinta negra ha tachado dos palabras como generadoras de tales daños que deben considerarse impronunciables. ¿Redactará la Suprema Corte de Justicia un diccionario de palabras saludables e inofensivas que podemos usar sin lastimar a nadie? Si ya hay dos palabras ilícitas, mañana puede haber diez y la semana siguiente diez mil. De acuerdo a los criterios que la Primera Sala expuso, no será difícil emprender esa limpia del lenguaje: simplemente habrá que detectar los vocablos que ofenden a una categoría personas y ya está: la Corte las proscribirá. Una resolución ambigua y francamente peligrosa para el clima de libertad de expresión en el país que, para sumarle ofensa al absurdo, otorga el privilegio de usarlas en exclusiva a los artistas y a los científicos.
"La función de los tribunales, en particular el constitucional, concluye el Ministro Cossío, no es erigirse en policías de las palabras." En eso se ha convertido nuestra Corte: gendarme del lenguaje políticamente correcto. Asumiendo el poder de proscribir toda expresión hiriente, la Corte es el tribunal de nuestras conversaciones, el protector de la decencia verbal y hasta el juez del humor.

Del blog de Jesús Silva - Herzog Márquez 

sábado, 16 de marzo de 2013

El liberalismo no es un credo


Openculture ha rescatado un artículo de Bertrand Russell publicado en el New York Times en 1951. El liberalismo no es un credo, dice; es una disposición. Una actitud opuesta a cualquier credo. El artículo concluye con un decálogo para liberales:

1.- No te sientas absolutamente seguro de nada.

2.- No creas que vale la pena producir creencias escondiendo pruebas, porque la verdad saldrá a la luz.

3.- No desalientes el pensamiento, porque tendrás éxito.

4.- Cuando te encuentres con críticos, sea tu marido o sean tus hijos, enfréntalos con argumentos, no autoridad, porque una victoria que depende de la autoridad es irreal e ilusoria.

5.- No respetes la autoridad de otros, porque habrá siempre una autoridad contraria.

6.- No utilices el poder para suprimir opiniones que te parezcan perniciosas, porque si lo intentas, las opiniones te suprimirán a ti.

7.- No temas tener opiniones excéntricas, porque todas las opiniones que hoy son comunes fueron excéntricas antes.

8.- Disfruta el desacuerdo inteligente más que el acuerdo pasivo, porque, si aprecias la inteligencia como deberías, lo primero supone un acuerdo más profundo que lo segundo.

9.- Respeta la verdad, aunque la verdad resulte inconveniente, porque te será más inconveniente tratar de ocultara.

10.- No envidies la felicidad de los que viven en un paraíso de tontos, porque sólo un tonto pensaría que eso es la felicidad.

Del blog de Jesús Silva - Herzog Márquez.