domingo, 8 de abril de 2012

Las otras campañas


De Federico Berrueto

La geografía electoral está cambiando mucho más rápido de lo que se advierte. Los cambios son profundos, lo que revela una transformación de la base de los partidos. Quien tenga mayor sensibilidad en el tema regional, mayores serán sus posibilidades de éxito, especialmente si se tiene claridad sobre los electores indecisos.

Seis de cada 10 votantes habrán de sufragar simultáneamente en elecciones presidenciales y comicios locales. En siete entidades se renovará el Ejecutivo local. Las campañas estatales y la del DF se realizan de conformidad a las legislaciones locales, aunque hay reglas comunes que se derivan del marco electoral en la Constitución. Más allá de las instituciones y los calendarios, es una realidad que la política cada vez es más local.
En esto radica la diferencia entre los distintos candidatos presidenciales. Quien quiera descifrar la incógnita sobre el desenlace de la elección se equivocará si excluye lo que ocurre en la dinámica diversa de estados, municipios y el Distrito Federal. Así, por ejemplo, el discurso presidencial sobre la inseguridad y la responsabilidad de los gobiernos priistas tiene alta recepción en el norte del país y parte del estado de Veracruz, no así en el resto. No obstante ser territorios gobernados por el PRI, el presidente Calderón allí tiene las mejores calificaciones; las más bajas se observan donde hay mayor densidad de población, esto es, en el centro del país.
La geografía electoral está cambiando mucho más rápido de lo que se advierte. Los datos agregados en lo nacional de los estudios de intención de voto o el ejercicio estadístico de elecciones pasadas no permiten dar cuenta de lo que está ocurriendo. Los cambios son profundos, lo que revela, también, una transformación de la base electoral de los partidos. Quien tenga mayor sensibilidad en el tema regional, mayores serán sus posibilidades de éxito, especialmente si se tiene claridad sobre los electores indecisos pero afines, quiénes son, dónde están, qué los mueve, qué esperan de sus próximos gobernantes o representantes.
La elección presidencial de 2006 se resolvió en los estados del Bajío, particularmente donde hubo elecciones concurrentes. Guanajuato, Querétaro y Jalisco dan ventaja de Felipe Calderón sobre López Obrador por casi 2 millones de votos, cuando el candidato del PAN ganó la elección presidencial por doscientos treinta y tres mil y pico de votos. En 2006 López Obrador contó con un candidato presidencial del PRI poco competitivo, además, por su condición de ex jefe de Gobierno del DF contaba con una fuerza indisputada allí y en el Estado de México; en esas entidades obtuvo cinco millones doscientos setenta mil votos, 36% de todos sus votos nacionales.
De entrada la ventaja del PRI y de su candidato presidencial resulta de su fortaleza territorial. Peña Nieto es el único que representa una auténtica coalición territorial. No sólo es ex gobernador de la entidad más poblada del país, también tiene el respaldo de una alianza territorial tejida desde hace tiempo. No hay localidad importante en la que Peña Nieto no haya tenido presencia y cuente con aliados. En ello radica la horizontalidad de su apoyo y la fortaleza que consignan los datos de las encuestas.
La fortaleza del PRI también se remite a la competitividad de sus candidatos a gobernador. Por primera vez, en todos los estados los candidatos del PRI o de su alianza tienen ventaja o están muy próximos al empate, como sucede en Guanajuato, entidad desde hace tiempo gobernada por el PAN. Las cifras de hoy día anticipan que el PRI-PVEM ganaría todas o casi todas las elecciones de gobernador.
La fortaleza del PRI y de su candidato tiene un impacto directo sobre el PRD y su candidato presidencial. En muchas partes del país hay una disputa de su base social. En 2006 López Obrador era fuerte porque Madrazo estaba muy bajo en las intenciones de voto. Ahora la situación ha cambiado con Peña Nieto y esto explica, en buena parte, las dificultades del candidato de la izquierda. Aunque en menor grado, esto también repercute al PAN y a su candidata. El hecho es que se va conformando una geografía electoral considerablemente distinta a la de los comicios presidenciales pasados, con el agregado de que el ánimo de alternancia es significadamente alto.
Aunque con menor impacto, las elecciones de legislador y ayuntamientos también influirán en el escenario electoral. Candidatos competitivos en algo aportarán a la votación de los candidatos presidenciales. La sorpresa por descifrar es lo que hará el PRI en el DF para integrar candidaturas competitivas a partir de la fractura que existe en el PRD, ya con el desgaste de 15 años en el gobierno. No está por demás notar que el PAN tiene una posición muy baja en el DF y Estado de México, entidades que suman más de la cuarta parte de los votos nacionales.
Las otras campañas son clave para el desenlace de los comicios del 1 de julio. Esto nos remite a lo que todavía se ignora o involuntariamente se regatea por el centralismo que niega a la política local y que de siempre ha sido fundamental para la política nacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario